Autor Invitado: Psicologa Carmen Puentes
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El psicoanálisis trabaja un tema que ha llamado “las relaciones objetales” que nos remite a la estructura básica a partir de la cual el individuo establece relaciones afectivas con el mundo que lo rodea. Esa plataforma está construida sobre nuestra primera relación de amor, la que iniciamos con nuestra propia madre y está asociada a un considerable número de experiencias que determinan el rumbo que tomará nuestra personalidad.
Pero en esta oportunidad sólo nos interesa detenernos en la similitud que se observa entre la dinámica de esa primera relación de amor y la que se observa durante el período de enamoramiento en una pareja.
Madre e hijo, al inicio de su romance, comparten un espacio en el cual son “como uno sólo”, no se sabe si ese aspecto o experiencia es de la madre o del hijo, es un instante simbiótico absolutamente indispensable para la supervivencia del infante. Desde allí, las necesidades de ese niño (a) son percibidas por la madre y ella puede anticipar, intuir, y satisfacer una buena porción de esas necesidades y así el hijo no solo sigue vivo sino además se siente satisfecho: es decir, AMADO.
A medida que el niño va creciendo y si las condiciones son “normales”, él va reconociéndose como ser individual y “separado” de su madre hasta que madre e hijo se relacionan ya como seres autónomos, completos pero estrechamente cercanos, lo cual implica que esta relación en lo sucesivo dará para que algún día el hijo se vaya de la casa “paterna – materna” completo, autónomo y equipado para seguir su vida lleno de herramientas afectivas para ser un adulto sano.
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Tienes una pareja y deciden irse a vivir juntos. Sabes de antemano que la convivencia es una experiencia complicada y aún así decides lanzarte al agua. Debes tener en cuenta que en esta etapa empezarán a reconocer sus diferencias con mayor rapidez y es probable que choquen al sentir una invasión a su intimidad, lo cual no necesariamente tiene que atentar contra su relación.
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La tolerancia. Estas viviendo con otra persona que es un mundo diferente e inexplorado, conoces algunas cosas y seguramente te gustan, pero ahora empezarás a identificar algunas que probablemente no te gusten tanto. Cada uno tiene sus propios intereses y deberá encontrar su espacio, cada cual hace las cosas a su manera. Ser tolerante implica considerar y valorar las decisiones, los gustos y costumbres del otro. No quiere decir que te lo tienes que aguantar, sino que aprendas a lidiar con ellas y a negociarlas.
La comunicación. No es solo decir lo que sientes, comunicarse se trata de explicar tu punto de vista y escuchar e intentar entender el del otro. Eviten hablar cuando los ánimos están alterados, siempre es mejor esperar un rato y darse un espacio para pensar antes de hablar. Discutir no es pelear, es tratar de llegar a un acuerdo exponiendo sus puntos de vista. Si piensas que las cosas se están saliendo de control, pide un espacio e inténtenlo de nuevo, pero nunca levanten la voz. Más adelante profundizaremos más sobre la comunicación y los errores más comunes.
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2 comentarios:
Cerdo Feroz: Gracias por compartir este valioso artículo. La psicóloga Carmen Puentes, autora invitada, brinda excelentes herramientas afectivas que son fundamentales para iniciar una sana convivencia.
"...Mi táctica es construir un puente indestructible, para que entre los dos no haya telón ni abismos..." Táctica y Estrategia. Mario Benedetti
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