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La tranquilidad que nos proporciona una bebida caliente no solo proviene del contenido de la taza. Detenerse a tomar un café, té o alguna infusión, es como abrir una grieta en el afán del día, un espacio en el tiempo para bajar el ritmo y respirar en paz.
Hacerlo en compañía genera un espacio de complicidad, te acerca, es la mejor excusa para iniciar una conversación y darle calidez, cargar la taza proporciona seguridad y pequeños sorbos de cuando en vez, te regala instantes que le dan ritmo a la conversación, endulza las palabras y amplía la percepción.
En soledad, buscas una bebida caliente para aumentar la temperatura del ambiente, como compañía y en algunos casos, para aliviar algún malestar, como nos enseñó la abuela con sus infusiones de hierbas.
Hacer del momento algo cotidiano puede tornar una bonita pausa en un ritual de sanación reconfortante, que restablece el ánimo y la fuerza para continuar, es así que me atrevo a afirmar que en una taza caliente yace el secreto de la meditación occidental.
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Imágenes vía the tea master
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